viernes, 29 de octubre de 2010

La Gulbenkian


Es un rincón pacífico. Afuera llueve, es un ventanal enorme y afuera llueve.  Ha llovido mucho en estos años, llueve mucho en esta mañana de otoño y esa biblioteca sigue siendo un lugar apacible y plácido. Más de 190.000 volúmenes de monografías, miles de catálogos, decenas de publicaciones periódicas y un ventanal enorme, un jardín japonés y agua y verde.  

Todo es como entonces, incluso la tristeza, sólo el cuerpo ha cambiado.

Corpo que te seja leve o peso das estrelas
e de tua boca irrompa a inocência nua
dum lírio cujo caule se estende e
ramifica para lá dos alicerces da casa

abre a janela debruça-te
deixa que o mar inunde os órgãos do corpo
espalha lumen a ponta dos dedos e toca
ao de leve aquilo que debe ser preservado

mas olho para as mãos e leio
o que o vento norte escreveu sobre os dunas

levanto-me do fundo de ti humilde lama
e num soluço da respiração sei que estou vivo
sou o centro sísmico do mundo

Poema de Al Berto


(Cuerpo
que te sea leve el peso de las estrellas
y de tu boca irrumpa la desnuda inocencia
de un lirio cuyo tallo se extiende y
ramifica más allá de los cimientos de la casa

abre la ventana y asómate
deja que el mar inunde los órganos del cuerpo
esparce lumbre en la punta de los dedos y toca
apenas aquello que debe ser preservado

pero miro las manos y leo
lo que el viento norte escribió sobre las dunas

me levanto del fondo de ti humilde barro
y en un sollozo de la respiración sé que estoy vivo
soy el centro sísmico del mundo.
Traducción de Eduardo Langanhe)

Foto de O Jumento

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