viernes, 3 de diciembre de 2010

En el Museo Judío de Bélgica


Se ha escrito que la mujer de esta fotografía, con su rostro prematuramente envejecido, expresa por sí sola la esperanza de un pueblo que esperaba en las reformas de los días venideros sus horas felices. Tal vez. La foto la hizo Chim en un mitin en Extremadura en 1936. De Chim se han dicho muchas cosas buenas, por ejemplo, Robert Capa dijo que el verdadero fotógrafo era él; y Henri Cartier-Bresson que sin él, Magnum no hubiera podido existir.

El fotógrafo David Seymour (Chim) artista, humanista e intelectual nació en Varsovia el 20 de noviembre de 1911 y murió el 10 noviembre de 1956 cuando se disponía a fotografiar un intercambio de prisioneros tras el cese al fuego en la guerra del Sinaí. Se ha dicho que lo mataron las balas de un soldado de Nasser.

En el Museo Judío de Bélgica se puede ver actualmente una exposición retrospectiva de su obra. Muchas fotografías son del tiempo de nuestra Guerra Civil, dicen que Chim fue de los primeros fotógrafos que se desplazó a España para denunciar lo que pasaba, que quiso estar en el frente y en la retaguardia. En la exposición hay varios retratos de La Pasionaria, de Miguel Hernández arengando, de muchachos desquiciados en el frente y de niños que en la guerra jugaban a la guerra.

Además hay también muchas otras víctimas de otras guerras, de Polonia, de Hungría, de Italia, campos de refugiados, gente desplazada, hospitales… Terribles las fotografías de los orfelinatos. Y también glamour, Solían Loren bellísima sentada en la terraza de su apartamento, Françoise Sagan metida en otro mundo, Audrey Hepburn fumando, María Calas, Ingrid Bergman, Kirk Douglas, y la vida cotidiana en Grecia, y la esperanza de los emigrantes judíos llegando a la nueva patria… La exposición se apoya en textos cortos e imprescindibles; y se completa con documentos muy apropiados y explicativos: pasaportes, salvoconductos, periódicos de la época, su máquina Leica, etc. 

En fin, compasión, ternura, belleza y mucho dolor, sobre todo, mucho dolor. Una exposición que revuelve las entrañas y merece la pena.

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