miércoles, 21 de noviembre de 2012



Entonces

Desayunaba cada mañana con la crónica de Eduardo Prado Coelho en el Público, luego se pasaba el día leyendo a José-Augusto França, en los recreos y festivos temblaba con los textos de Eugénio de Andrade. Fantaseaba con la idea de invitarlos a cenar, con que aquella cena imposible le ayudara a desbrozar este país del que estaba locamente enamorado.

Hoy

Esta mañana, casi veinte años después, su pasión serenada vio pasarle por delante, rápidos, ágiles, lúcidos, vívidos y vividos, los noventa años de José-Augusto França. 
Fue justo al volverse ella cuando los dos se encontraron, ella de golpe rejuvenecida, él considerablemente avejentado.

Ahora

En el auditorio 2, keynote speaker: Nicos Hadjinicolaou, ellos, como dos tórtolos, siguen cogidos de la mano. Son un hombre y una pasión, veinte años después, reconciliados.

(En cuanto a França, es ciertamente un hombre persistente y admirable)

1 comentario:

myriam dijo...

Me gustan mucho esas líneas. (Myriam)